Nota al pie de mi cuaderno de Física (y microfísica del poder)



Tengo calor y tal vez no se debe al clima. Me sofoca la clase de física. Estoy absorta en mis pensamientos mientras el profesor no para de hablar. Discretamente me subo la falda para refrescarme y me recojo el cabello con un lápiz. Hoy miramos más números que de costumbre. Gilberto los escribe y los explica en el pizarrón. Habla sobre área y densidad de flujo. Exige que saquemos los libros. Todos lo han comprado por miedo a ser expulsados de la clase. Gilberto es un tirano. Él es un genio que en lugar del flujo debería impartir un curso sobre el ejercicio del poder y el terror, o al menos eso pensamos nosotros. Pero yo sé que tiene un talón de Aquiles. Me mira y yo lo he descubierto en alguna de aquellas miradas. Sorprendido, embelesado, jovial, observa mi figura despreocupada y hostil por su clase. Sus ojos se clavan en mis piernas, las acaricia con la pupila. Me baña con su deseo y yo lo siento. Entonces el poder pasa a mis manos. Trágicamente.



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