"La escuela caduca"
"...Soy
un adolescente promedio.
Soy
estudiante.
Me
despierto todos los días con el mismo dolor de cabeza: pensar que
tendré que asistir un día más a la escuela.
Me
levanto de la cama y apenas desayuno un vaso de leche. No exijo más;
pobre de mamá, sigue dormida, ella siempre duerme, llega tan cansada
de su trabajo. No me atrevo a despertarla y con sigilo plancho mi
uniforme para la batalla de todos los días y me cepillo los dientes.
Listo.
Vámonos a la escuela.
Hoy
no me siento muy bien, hice mal en desayunar sólo el vaso de leche,
pero, tampoco había otra cosa para comer. Tengo que aguantarme el
hambre, ni modos, mamá hace lo que se puede.
Verónica
entra al salón y yo la miro sonreír a todos dando los buenos días.
Luce igual de hermosa que siempre. Hoy lleva un peinado distinto, el
cabello suelto y un moño del lado izquierdo. Me gusta como se le ve.
Dejo escapar un suspiro tonto en lo que la profesora entra al aula
con su habitual mal humor. Pasa lista. Empieza la lección.
Inicia
hablando sobre la cinética de no se qué; en un rato más ya está
marcando problemas en la pizarra, y yo con este desgraciado dolor de
cabeza. No puedo más, que alguien me mate ahora mismo por favor.
Vamos en el problema número seis y yo empiezo a cabecear
descaradamente; lo siento de verdad, maestra, créame que no es mi
intención. Yo no vengo a clases para dormir, ni para quejarme de lo
tedioso que es el tiempo dentro de esta cárcel, tampoco vengo
predispuesto a olvidar cada cosa que me enseñan durante la mañana
ni a elegir qué de todo aquello me va a servir de algo en la vida.
Créame, yo no vengo a eso. Yo esperaba de la escuela algo
diferente...
Por
fin me quedo dormido y el dolor de estómago disminuye, o dicho
mejor, no estoy consciente para percibirlo más. Un codazo me
despierta. Daniel me mira asustado, yo levanto la vista y los ojos
saltones de la profesora me miran con hastío. Un segundo más tarde
estoy fuera del salón con un reporte en la mochila. Un reporte que
mi madre tendrá que firmar, con todo y que llega tan cansada de
trabajar todo el día... lo menos que quería era darle otro
problema. Parece que es lo único que sé hacer... aunque, no sé qué
está tan mal en mi, sinceramente no lo sé...
¿Ahora
qué haré?
El
timbre suena y los demás salen del salón detrás de la maestra,
noto que tiene un particular caminar frívolo. Pasa frente a mi y yo
agacho la cabeza avergonzado, pero ella ni siquiera me mira, soy un
don nadie.
Mantengo
la mirada baja observando los cordones de mis tenis, no quiero mirar
al frente, ahí está Verónica con su novio besándose
asquerosamente mientras yo aquí, pensando que su estúpido moño se
le ve lindo. Soy un tonto. Verónica jamás se iba a fijar en un
perdedor como yo...
Ahora
me siento peor. El dolor de estómago regresó con más ferocidad.
Dejo escapar un rugido de rabia e impotencia. El timbre suena
anunciando la próxima clase: matemáticas. No, ahora no estoy para
más lecciones inútiles.
Me
echo la mochila encima y salgo corriendo de ahí, a mi paso le hago
una burla a Verónica. Corro más rápido, llego a la barda trasera
de la escuela y después de mirar alrededor me salto del otro lado.
Sigo corriendo, escapando. En la segunda esquina reduzco mi velocidad
y dejo tirado el dichoso reporte. No sé a donde ir. No sé qué
hacer... todo va mal..."
La
electrónica, la aeronáutica, la química, entre otras ciencias han
venido progresando de manera acelerada en los últimos cien años,
una cuestión admirable sin duda alguna, pero el hombre, como ser
humano, se ha venido debilitando por dentro...
En
todo el mundo aumenta el número de individuos sin conciencia, pero
de una crueldad que antes era la excepción.
¿Cuál
es el papel que juega la educación pública en todo esto?
La
respuesta que le doy, es que juega el papel más importante, el
decisivo, y también encuentro entre tantos cuestionamientos a la
realidad actual una respuesta única y dolorosa: la escuela caduca, y
nuestro sistema educativo lo hizo hace mucho.
Leyendo
algo de historia, encontramos muchas respuestas a esta grave
situación. La educación pública, gratuita y obligatoria, fue
inventada en algún momento de la historia, antes no existía. La
educación en la antigüedad distaba mucho de lo que hoy entendemos
por educación. En la Atenas Clásica por ejemplo, no había
escuelas, las primeras academias de Platón eran espacios de
reflexión, conversación y experimentación libre, la instrucción
obligatoria era cosa de esclavos. Por otro lado, la educación en
Esparta era lo más parecido a una instrucción militar, el Estado se
deshacía de los que no alcanzaban los niveles esperados. Había
clases obligatorias, fuertes castigos y moderamiento de la conducta a
través del dolor y el sufrimiento.
El
concepto de educación pública, gratuita y obligatoria se creó
durante la época del Despotismo Ilustrado. La escuela como la
conocemos nace a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX
en Prusia, con el fin de evitar las revoluciones que sucedían en
Francia. Los monarcas incluyeron algunos principios de la ilustración
para satisfacer al pueblo pero manteniendo el régimen absolutista.
La escuela prusiana se basaba en una fuerte división de clases y
castas. Su estructura, heredera del modelo espartano, fomentaba la
disciplina, la obediencia y el régimen autoritario.
Estos
déspotas ilustrados buscaban un pueblo dócil, obediente, y que se
pudiera preparar para las guerras que hubieron en esa época. La
noticia de este exitoso modelo educativo atravesó fronteras con
rapidez. En pocos años, educadores de América y Europa visitaban
Prusia para capacitarse. Con el paso del tiempo el modelo se expandió
a nivel internacional. Muchos países importaron la escuela moderna
con el discurso del “acceso a la educación para todos”, elevando
la bandera de la igualdad cuando justamente la esencia misma del
sistema provenía del despotismo, buscando perpetuar los modelos
elitistas y la división de clases. Este es el origen de la educación
como tal.
Enmarquemos
también, que la escuela nace en un mundo positivista regido por una
economía industrial, por lo tanto, buscaba obtener los mayores
resultados observables con el menos esfuerzo e inversión posibles,
aplicando fórmulas científicas y leyes generales. La escuela era la
respuesta ideal a la necesidad de trabajadores y los mismos
empresarios industriales del siglo XIX, fueron quienes financiaron la
escolarización obligatoria a través de sus fundaciones. En un
lenguaje coloquial, lo que estos personajes buscaban era formar
obreros más inteligentes. La educación actual sigue siendo lo
mismo, una herramienta para formar trabajadores útiles al sistema y
una herramienta para que la cultura siga siendo siempre la misma.
La
educación fue pensada por los mismos que dominan el mundo,
dictadores, empresarios, banqueros, burócratas, y nosotros la
aceptamos como todos. El objetivo principal fue moldear a la gente,
haciéndoles creer que son libres e independientes. Enamorando las
conciencias con la promesa de la superación personal y el
enriquecimiento de la mente... sin embargo nadie se acordó de
alimentar el espíritu, lo más humano que tenemos.
Lo
único que la escuela espera de cada joven de este país y de este
mundo, es que sólo produzca y consuma para sostener este sistema
podrido.
Bien
lo dijo el profesor John Taylor Gatto en uno de sus tan afamados y
polémicos discursos, “nuestro problema para la comprensión de la
escolarización obligatoria tiene su origen en un hecho inoportuno:
el daño que hace desde una perspectiva humana, es un bien desde una
perspectiva de sistema.”
Como
estudiante, y aún más como persona, puedo afirmar con temor a
equivocarme que la educación no educa, sino esclaviza, manipula,
enferma la naturaleza libre de cada ser humano desde que abrimos los
ojos a este maravilloso mundo. Nos contamina. Nos vuelve iguales.
Porque desde su aparición sólo nos dice: repite, ignora y obedece.
La escuela tradicional no piensa en el ser humano. En mi experiencia
me dado cuenta que tan sólo somos números que aprueban o repiten
grados, donde se desecha a quien no alcanza el promedio, se les
castiga o excluye haciéndoles creer que son menos, porque se busca
un grupo homogéneo y nutrido, matando las diferencias, los sueños y
esperanzas de tantos jóvenes. Se debe reconsiderar el hecho de que
“saber” no necesariamente es “comprender”, sí, el
conocimiento es importante, pero sólo absorber información, nos
hace más ignorantes. Comprender algo es haberlo vivido,
experimentado y por qué no, también disfrutado. Saber es
simplemente poder acumularlo durante un tiempo.
La
escuela asfixia a quien es distinto. En este sistema educativo nadie
parece comprender o quizá así esté establecido que se ignore, el
hecho de que todos somos iguales porque somos distintos, únicos,
diversos y especiales.
Educar
es aprender juntos a ser humanos.
Lamentablemente
nuestra “educación” sólo sirve para aprobar exámenes y
graduarnos como esclavos. La enseñanza pública se centra en enseñar
matemáticas, geografía, física, química, gramática, etc., todo
lo cual es esencial. Pero padece de un vacío muy amplio en la
formación de conciencia, carácter, moral, idealismo y ética en
general. Aprender en libertad es poder elegir qué aprendo y
descubrir cómo. La escuela es repetir lo establecido y olvidar quién
somos. Aprender en libertad es conocerme entre los otros y conocer
cada parte, por muy pequeña que sea, de esta vida. La escuela me
obliga a negar quién soy y ser lo que otros me exigen.
Por
eso hoy puedo decir con firmeza que no creo en la escuela, pero sí
en la educación. Quiero aprender, me apasiona aprender cosas nuevas,
pero no aceptaré lo que otros me imponen.
Porque
educar es mirarte al espejo y reconocerte vivo, y reconocer lo mismo
en los ojos de los demás. El eje de la escuela es el deber ser,
mientras que lo que guía la verdadera educación debería ser el
crear y el poder ser. Porque la educación es lo mejor que podemos
buscar como seres humanos libres y conscientes de nuestra realidad y
nuestra capacidad; así es, la educación debería buscarse no
impartirse. Yo creo que la escuela está caduca, pero la educación
todavía está en tiempo de evolucionar y hacernos sentir seres
humanos plenos. Quizá sea una ilusa. Quizá sea una idealista, pero
estoy segura que soy una idealista llena de realidad.
Blanca
Martínez.
"Cualquiera que sea una educación buena, debería transformarte en un individuo único, y no en un conformista; debería proveerte con un espíritu original para que puedas enfrentarte a los grandes desafíos, debería permitirte encontrar los valores que serán el plano por el cual te guiarás en el transcurso de tu vida; debería enriquecerte espiritualmente, una persona que ama lo que hace, dondequiera que sea, con quien quiera que estés; debería enseñarte lo que es importante: como vivir y como morir."
Profr. John Taylor Gatto.
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