Por qué soy anarquista.




Es curioso cómo los seres humanos nos volvemos tan parecidos entre nosotros mismos. Y no hablo solamente de un parecido físico, como en la manera de vestir, la manera de hablar, de expresarnos, nuestro ritmo de vida, nuestras posesiones, las ideas predominantes, etc. Hay más. Cada vez que salgo a la calle me topo con miradas indiferentes. Es ya antinatural encontrar una sonrisa de cortesía al caminar por ahí. Los ojos de las personas son como huecos que han sido vaciados. La esencia de las personas se ha vuelto incolora, le hace falta la caricia de la vida. Nada brilla, todo es opaco, triste, es igual.
Preguntarse cómo diablos piensa la gente resulta inútil. Ya lo sabemos, solo basta con echar un vistazo a google y nos enteramos de los últimos estudios de la medicina, el psicoanálisis, la sociología… ¿qué hay de eso? ¿Por qué si sabemos cómo pensamos, y sabemos que no lo estamos haciendo bien…no intentamos cambiar absolutamente nada? La respuesta no es que no nos interese, sino que simplemente nos gusta. Pero, ¿realmente nos gusta? ¿O nos han adiestrado a que así sea?

La juventud parece haber sido devorada por el mercantilismo. Se han vaciado sus espíritus de su naturaleza humana intrínseca. Han sido arrancados de sus raíces. Se les arrebató la memoria, su historia, su frescura. Los han despojado de su identidad. En su lugar se llenaron las cabezas de la cultura extranjera global. Se les adiestró para adorar el materialismo, y para alimentarlo así se pierdan a sí mismos en el acto.
En su lugar se les ofrece a las juventudes nacientes falsos estereotipos de placer y poder que estas mentes adoptan con facilidad sin darse cuenta que están entregando su existencia al sistema. La cultura basura que se nos presenta llega incluso a abrumar. Dinero, popularidad, moda, romances, autos, ropa, sexo, diversión. Esto es el universo actual de nuestra juventud. Se nos enseña a enamorarnos de lo físico y a olvidar lo más importante, los sentimientos. Se nos enseña a cultivar el cuerpo y dejar en segundo plano la mente.
Se nos está apartando rápidamente de la posibilidad de desarrollar nuestra humanidad en todo su esplendor. Nos dejan sin una formación sólida de conciencia, ética, carácter, moral, idealismo. El sistema nos adopta no como sus hijos, sino como sus siervos. Nos dicen cómo actuar, cómo pensar, incluso cómo sentir. Finalmente no nos queda hacer nada por nosotros mismos, más que consumir. Se ha perdido la individualidad que supuestamente es la esencia misma de las sociedades y de la que el capitalismo presume tanto ser el eje de su doctrina.
La libertad que ofrece este sistema capitalista sólo es un espejismo que absorben los ilusos. La libertad es una falacia, dentro de este sistema sólo le sirve a los ricos para explotar sin ser castigados. Y para los demás, en especial para las juventudes, esta falsa idea de libertad se tergiversa en libertinaje, el cual se convierte en la venda que nos aísla de mirar la realidad de nuestro alrededor de manera objetiva.
Pero, ¿por qué nos gusta ser esas máquinas esclavas? Estoy segura que a ninguno de ustedes le gustaría doblar las rodillas ante el yugo de un poder que lo aprisiona, lo mantiene cautivo, lo encierra dentro de un mundo donde no puede acceder a sí mismo, donde lo separa de su propia mente. Sin embargo, ¿por qué muchos lo aceptan como su estilo de vida?

También nos han hecho creer que somos felices dentro de esta burbuja de indiferencia y enajenación. Es un proceso que empieza desde que somos muy pequeños y se presenta con mayor fuerza durante la adolescencia. Buscamos encajar en esta “sociedad” de la manera más “ideal”, es decir, siguiendo las tendencias y modas para engranar sin ningún problema. Tristemente, desde nuestra más temprana niñéz se nos educa intensamente para esto. Se nos repite una y otra vez aquello de que debemos “llegar a ser alguien”, entendiendo por esto la necesidad de sobresalir entre el resto en un futuro, tal vez por cualidades como la belleza, el conocimiento, el dinero, el poder. Olvidando por completo que desde que nacemos por naturaleza somos ya “alguien” y la vida no es más que la oportunidad de disfrutar un camino largo en busca de la razón del ser, el porqué somos y el para qué estamos. Disfrutarlo en companía de otras personas compartiendo amor y conocimiento mutuo. Usted digame si se ha topado alguna vez con algún niño con pensamientos del tipo “no soy nadie” ó “no valgo nada” simplemente por no tener ingresos económicos, ropa cara, salir en las revistas, etc. Por supuesto que no, ya que los niños son seres libres de todo dogma, nacen libres y hasta cierto punto de su vida continúan libres hasta que la cultura los empieza a absorber, los empieza a homegeneizar.

Es mentira que por naturaleza el hombre se obsesione por la búsqueda del poder, ya que a lo largo de la historia nos encontramos con honrrosas excepciones de grandes hombres que entregaron su vida a la lucha por la justicia, la libertad y la paz. Sin embargo, es verdad que la mayoría de los seres humanos de este planeta estamos sumergidos en la batalla por el poder, desde distintos niveles, claro, pero todos participamos de ello. Buscamos siempre sobresalir entre los demás aunque tengamos que pasar por encima de ellos (es la doctrina neoliberal). Desgraciadamente se nos educó para creer que “tener” es igual a “ser”. Nos tomamos demasiado en serio aquella ley de Darwin sobre la supervivencia del más fuerte. Todos queremos ser el más fuerte. Quien diga lo contrario, miente.

Por otra parte, el hombre y la mujer que nacen y crecen libres, con sus conciencias humanas todavía, corazones cálidos y mentes frescas. Que se atreven a cuestionar el orden establecido, son vistos como la infamia más grande. ¿Por qué desconocemos la humanidad cuando se presenta en este tipo de personas? ¿Por qué las apartamos de nosotros y desechamos también sus ideas?
Parece como si el sistema hubiese pasado por alto una cuestión que a tientas parece no tener importancia: que no todo el mundo les iba a creer. Y a ellos, a los dueños del mundo les tiene sin cuidado, ya que somos una minoría de la que fácilmente podrían burlarse, pero, es extraño... porque nunca han podido desaparecernos por completo. La humanidad se ha dividido en dos bandos con mentalidades distintas, por un lado las ovejas obedientes y sumisas, las que siempre son felices cuando todo va bien (se les manipula para creer que es así); por el otro las ovejas negras que no están contentas con nada y todo lo cuestionan. Las que tarde o temprano, terminan apartadas de las sociedades, en el rincón más oscuro, quizá llorando por su maldición de no pensar de la misma manera. Quizá escribiendo poesía en el asfalto o pintando obras de arte dentro de las cuevas. Quizá, cambiando el mundo con sus ideas...

Dicen por ahí que la próxima revolución ya empezó a cocinarse, porque esta vez no será sino una revolución del pensamiento y la forma de concebir la vida en el mundo. Quizá no sea simplemente una predicción sino un llamado a todo hombre vivo y consciente para que este, haciendo uso de el poder que nos otorga la razón, reviva y concientice a muchísimos más. Porque la verdad está de nuestro lado, del lado del cambio, de la evolución, y necesitamos que actúe como un virus libertador, para enfermarnos de rebeldía y despertar al mundo por fin.

Nos llamamos anarquistas. Aquellos herederos de las ideas de muchos muertos que en vida su mente abrieron más día a día. Bakunin, Kropotkin, Goldman, Volin y los Flores Magón, entre otros, más liberales que los liberales y más socialistas que los socialistas.
Cargaremos la maldición de la anarquía hasta que todas las rosas del mundo se marchiten y el color negro por fin se ilumine. Mientras el círculo se cierra y las conciencias despiertan y admiran con asombro la catástrofe que su indiferencia ha originado, nosotros seguiremos trazando nuestro camino a un costado del mundo, en contra de las olas, en contra del todo.



Blanca Martínez.




Comentarios

  1. Hola.. Me encanto tu Blog, no.por el.hecho de la forma en la que escribes pero por la forma en que puedo percibir tu sentir atraves de tus palabras ... Es muy cierto que a los anarquistas después de autoanalizarse a sí mismo nos volvemos espectadores del mundo inútil donde vivimos. Y es ahí donde logramos ver más allá de los seres humanos y su hábito de no pensar ni sentir. Felicidades ...! Puedo decir que te has ganado una lectora fiel a tu blog de ahora en adelante!!

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  2. Muy bueno tu blog me gusto mucho, la forma en la que escribes es muy interesante y además facil para comprender un poco más la sociedad inútilen en que vivimos. Saludos

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  3. La humanidad se ha dividido en dos bandos con mentalidades distintas, por un lado las ovejas obedientes y sumisas, las que siempre son felices cuando todo va bien (se les manipula para creer que es así); por el otro las ovejas negras que no están contentas con nada y todo lo cuestionan. Las que tarde o temprano, terminan apartadas de las sociedades, en el rincón más oscuro, quizá llorando por su maldición de no pensar de la misma manera. Quizá escribiendo poesía en el asfalto o pintando obras de arte dentro de las cuevas. Quizá, cambiando el mundo con sus ideas...

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  4. Un gran saludo a todos los que se tomaron la molestia de comentar. Besos y nos seguimos leyendo...

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