Sentencias I


Que me he enamorado hasta los huesos, 
y ése ha sido mi único pecado.
Que no es la primera vez,
éso está muy claro,
también ha sido mi castigo.

Apelo a mi derecho de libre albedrío,
el costo es caro,
lo asumo, yo soy una gata
que gusta del amor a ratos.

Es cierto, yo pensaba
todo el tiempo, toda la vida
que me iba a devorar
cientos de uñas.

Y ahora, ahora lloro entre las hojas
de las cartas.
Un gesto de amor en la distancia,
me ha devuelto la piel de Eva,
y arrancado de su púlpito a la sirena
varada.

Bajo la fría lluvia de noviembre
se congela mi ego amargo,
se disuelve la dulzura en mis entrañas.

No hay luz en ese abismo.
No llega nuestra luz.
No llega nuestra.
No llega nos.
No llegamos.


Dejádme aceptar las rosas
del jinete de marfil.
Viene con un libro bajo el brazo,
con una sonrisa en la mirada,
con su perfume embriagante.
Viene a acariciarme la vida.
Toda la vida.
Y yo lo he elegido a él.
Para elegirme a mí.
Mil veces a mí.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Su sonrisa

"La escuela caduca"

Nota al pie de mi cuaderno de Física (y microfísica del poder)